Visitando la Caleta
Al que visite Chile con la la esperanza de hallar una
cultura de mucha pesca, numerosos restaurantes de mariscos, gente ligada a
deportes del mar, etc. La desilusión puede ser tan grande como
el daño que han causado los derrames de hidrocarburo en las costas de Quintero,
o la cuestionada marea roja en el sur de Chile.
Por otro lado el chileno consume poco pescado (
4.300 kilómetros de costa y per cápita se consumen 7 kilos de pescado al año), es caro y lo que podría ser culturalmente un emblema de nuestras
costas está empobrecido y abandonado... me refiero a la pesca artesanal,
actividad que es un orgullo en otros países, como Ecuador, Perú, o Colombia. Trabajo de artesanos que por décadas han contribuido en la pesca sustentable de nuestras costas, actividad que debería ser considerada dentro del patrimonio de la humanidad, ha sido pisoteada por la depredación de la codiciosa pesca de arrastre.
Me fui al terminal pesquero “Caleta Portales” de Valparaíso, para ver que está pasando con estos
artesanos del mar, que por lo demás están abandonados por un grupo importante de porteños
que prefieren comprar pescado congelado en el supermercado, antes de ir por
un producto fresco a la caleta.
Al entrar, se olor que espanta y a la vez intriga, me hizo caminar al sector de
los botes, donde el suelo se iba iluminando con el plateado tornasol de
millones de escamas que ya están adheridas al concreto. El sonido de mis
zapatos ante la fricción de las húmedas piedrecillas mientras caminaba,
delataron mi presciencia y entre el canto de las gaviotas peleándose unas vísceras, aparecen los gritos ofertando la mejor
picada del pescado frito, empanadas, o la docena de merluzas peladitas y
listas para el sartén.
Todos
trabajando, hombres rudos con piel
reforzada por la sal y caras esculpidas por la helada brisa marina, demuestran el sacrificio de años saliendo de madrugada al mar, para tirar sus redes y anzuelos. Manos
gruesas manejan cuchillos desgastados de tanto afilar, que en un segundo
descueran y destripan lo poco que logran pescar.
Entre tanto
macho recio y miradas desgastadas, me encontré con ella… Rosa Oyarce de 72 años, pescadora artesanal que prepara el espinel (conjunto de anzuelos con carnada) con una
rapidez digna de su experiencia, ensarta cada anzuelo en un trozos de anchoveta
fresca.“Nací en los botes... mi madre trabajaba en la pesca mientras me cuidaba,
hasta que crecí y la ayudé a pescar, he estado toda mi vida en esta caleta”.
¿Cómo ha cambiado la pesca de antes? “Ahora
es difícil pescar, por culpa de esos barcos industriales que trajeron los
políticos… antes, los botes traían 10 o 20 docenas; ahora con suerte pescamos dos
docenas”, comenta con nostalgia.
Protegamos lo Nuestro
De 43 pesquerías 7 están en plana explotación, 9 sobre explotadas y otras 9 se encuentran agotadas.
Ante esto el Centro de Conservación Marina y el Laboratorio de Innovación Social UC, reunió a chefs y pescadores de todo el país en un acuerdo que permita avanzar hacia una pesca artesanal sustentable.
Una de las acciones más significativas, fue la
elaboración de 4 códigos de conducta voluntarias y simples, para contribuir a
recuperar las pesquerías chilenas y avanzar hacia su sustentabilidad y
legalidad:
Cómo
Protejamos lo Nuestro
1. Todo producto pesquero debe ser acreditado
en su origen legal a través de los procedimientos que establece la autoridad
pesquera.
2. Para peces y mariscos se debe respetar la
medida de administración de talla mínima establecida por la autoridad pesquera.
3. Ningún pez o marisco será capturado,
comprado, transportado o vendido, fresco, durante sus períodos de veda.
4. Para aquellas especies que actualmente no
cuentan con medidas de administración pesquera, los usuarios pueden seguir las
sugerencias del sistema de información en www.protejamoslonuestro.cl
Las personas que se adhieren al acuerdo
acceden a material informativo, newsletter con las novedades del proyecto y
visibilidad en el sitio web de Protejamos lo Nuestro.
Bueno, no está demás invitarlos a que visiten las caletas del país. Pueden llevarse un pescadito barato y fresco, dar un paseo con los niños para enseñarles la fauna costera que siempre está presente en estos acopios. Y lo fundamental, ¡apoyar la pesca artesanal de nuestro país!
